¿Fair Play o Resultado? Polémica abierta por la patada de Valverde

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Por Nicolás Podroznik (*)

 

Los ojos del futboleros en la final de Supercopa Española entre Real Madrid y Atlético Madrid. Dos estilos opuestos. Zinedine Zidane y el Cholo Simeone. Una competición con enorme polémica previa: Javer Tebas – titular de la Liga de Fútbol Profesional Española – llevó el torneo a Arabia Saudita e intervino el formato de disputa permitiendo una final entre grandes madrileños (sin la modificación, la final hubiera sido Barcelona-Valencia).

Partido parejo. Noventa minutos no fueron suficientes. Tiempo suplementario. En el minuto 116, el Atlético Madrid recuperó la pelota en mitad de cancha y lanzó un contragolpe que dejó a Álvaro Morata de cara al arco blanco. Cuando el delantero se dispuso a ingresar al área, el uruguayo Federico Valverde lo derribó con una patada, evitando el posible gol rival. Roja indiscutible. El tiro libre posterior fue intrascendente. Penales y victoria de la Casa Blanca. La organización del torneo eligió a Federico Valverde como Mejor Jugador del Partido. ¿Por qué premiar a un jugador que recurrió a una acción violenta y fue expulsado?

Lo primero que surge es la repregunta: ¿porqué no?

Desde hace años, el fútbol espectáculo tomó una dimensión tan grande que muchos fueron cooptados por la idea. Olvidaron que primero, antes que nada, el fútbol profesional es una competencia. Como tal, su objetivo es vencer sobre el rival. Cada competidor tiene armas, estilos, estrategias y tácticas. Aun así, todos y cada uno de los participantes coinciden en algo: las finales hay que ganarlas. Si se pierden, hay que dejarlo todo, porque aquello del segundo nadie se acuerdaes una de las mentiras que más daño han hecho al fútbol.

Cuando se juega una final se hace todo para ganar. Incluso pegar una patada, como Valverde. Entender el contexto es fundamental, porque el uruguayo tuvo la precisión necesaria para derribar el rival, pero nunca tuvo intención de lastimarlo: tan sólo evitó un gol casi seguro. Si pudiera haberlo agarrado de la camiseta, lo hubiera hecho. No fue un planchazo sin sentido o codazo de calentura por el resultado adverso. Fue una acción que evitó una derrota. Valverde fue consciente de ello.

Otra arista es reglamentaria. Las redes sociales catalogaron la acción como Bilardista. Lo que subyace bajo la jugada – y por alguna razón se omite opinar – es que en ninguna parte del reglamento está prohibida la jugada de Valverde. Está penada, pero no prohibida. La acción fue deportiva y con única intervención de participantes del juego. No hay otro matiz. Que haya sido una jugada violenta pone en juego subjetividades sobre la victoria. Pero en términos reglamentarios no hay ninguna diferencia con la mano de Mario Kempes frente a Polonia en la Copa del Mundo de 1978.

De esta jugada se hablará por años. Como sucedió con la mano de Luis Suárez ante Ghana en Sudáfrica 2010. Podrán decir que Valverde fue desleal o violento, pero nunca mala intención. ¿O acaso hay algo mejor intencionado que evitar que tu clásico rival te gane una final?

(*) Periodista. Abrí la Cancha.

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