“Pase Maestro: lo estábamos esperando”

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25 de junio de 1986. Semifinal de la Copa del Mundo 1986. En el Estadio Azteca, Argentina derrotaba 2 a 0 a Bélgica. Dos goles de Diego tan antológicos como el par convertido días atrás ante Inglaterra. Faltando seis minutos, con el partido controlado, Carlos Salvador Bilardo ordenó el único cambio del equipo. Salía Jorge Burruchaga e ingresaba Ricardo Enrique Bochini, camiseta número 3.

Con 32 años, el Bocha era una referencia enorme de Independiente - su único club - y del fútbol argentino. En casi 15 años de carrera había coleccionado la más variada cantidad de títulos, incluidas dos Copas Intercontinentales. En 1973, un gol suyo resolvió la final con la cual los Rojos vencieron a Juventus en Roma.

Cuando Bochini estaba por ingresar, Diego se acercó lo suficiente para gritarle: “Bienvenido Maestro: lo estábamos esperando”. Algunos arriesgan que el grito fue más breve: “Dibuje, Maestro”. Da igual: el mejor jugador del fútbol argentino en su cenit le daba la bienvenida al crack que iba a ver de pibe, cuando le pedía a Don Diego que hiciera el esfuerzo de llevarlo a la Doble Visera para ver al crack de pelos escasos y desaliñados, andar chaplinesco y pases imposibles.

En los pocos minutos que estuvo en cancha, el Bocha intentó conectarse con Diego. Tiraron un par de paredes. Una en el área que un defensor belga destruyó mandando la pelota al córner.

Curioso: Norberto Alonso y Ricardo Bochini fueron los grandes “10” del fútbol argentino de los años 70s y 80s. Referencias históricas de River Plate e Independiente. Ambos fueron campeones mundiales. Ambos se sintieron menospreciados y tuvieron declaraciones peyorativas hacia aquellos títulos. En el caso del Bocha, poco tiempo después de la consagración mundialista, declaró: “Yo no me siento campeón del mundo”.

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